miércoles, 2 de abril de 2014

confesión



"dime tus pecados, hijita mía"


engañé a mi marido, padre

quebranté la ley de dios fornicando con un extraño
en realidad no tengo más pecados que confesar
-siempre he sido una asidua observante de los mandamientos-
y además yo digo que en esta ocasión
ya no me quedaba otra alternativa;
claro, tengo el consolador,
pero ya se sabe que nunca es lo mismo;
de hecho me lo había estado metiendo un buen rato
esa noche antes de hacer lo que hice,
pero el coño se me acabó poniendo más caliente,
y en determinado momento ya no pude seguir aguantando por más tiempo
las ganas de volver a sentir esa sensación que se tiene
cuando a una le meten una buena verga hasta el fondo, padre,
y el cabrón de mi marido lleva ya dos meses que no me toca;
llega borracho todas las noches en la madrugada 
y tan pronto como se mete en la cama se queda traspuesto,
haga de cuenta igual que si fuera un bloque de piedra;
lo único que no le queda como de piedra es la verga
-esa le queda como de plastilina-
y yo con el volcán entre mis piernas a punto de hacer erupción;
cada noche me pongo a sobarle los huevos para ver si acaso
se le para un poquito la verga pero no consigo ningún resultado,
me meto su porquería en la boca y se la chupo un buen rato
pero a fin de cuentas da lo mismo,
el hijo de la chingada regresa cada noche 
con los huevos bien exprimidos después de cogerse a sus putas;
mi comadre eudociana me dijo que el pendejo 
ya hasta tiene una novia en el burdel
"la puta esa tiene bien enculado a su marido, comadre,
para mí que ya le están dando agüita de toloache"
total que el hijo de puta va y se desahoga con sus putas
y a mi coño entretanto se lo está llevando la chingada;
luego viene a la casa y se tira a dormir tan quitado de la pena mientras yo 
me meto desesperadamente el puto consolador de mierda
una y otra vez durante horas sin poder nunca saciarme por completo;
no se puede vivir así, padre
he allí la cuestión;
la noche en que incurrí en pecado me tuve que meter de plano
hasta la puta botella de tequila que me había estado tomando;
me la metí junto con el consolador incluso,
pero de todos modos me quedé igual:
me sentía más cachonda que una perra en el punto álgido de la brama, 
más ganosa que una burra en primavera;
"ya estuvo bueno de hacerme pendeja -me dije entonces-
con este puto pedazo de plástico" 
era ya en la madrugada y estaba borracha pero aun así
le fui a tocar la puerta al tipo que vive en el apartamento de al lado;
uno que dicen que es poeta
-así que había una probabilidad del 99 % de que fuera puto-
pero tuve suerte:
en cuanto el fulano abrió la puerta y me vio allí afuera 
vestida apenas con mi camisón semi transparente, alargó la mano 
y me apretó el culo y luego me llevó hacia adentro 
y se sacó la verga y me levantó ligeramente una pierna
y me clavó de pie en cuanto traspasamos el umbral;
y bastó nomás con que metiera la punta de su tremenda verga en mi coño 
para que yo comenzara a chorrearme del coño como si me hubiera vuelto de agua;
me estuvo dando un rato por delante y luego me puso de espaldas 
y me la metió por detrás y eyaculó dentro de lo más profundo de mi culo;
nunca antes me lo habían hecho por detrás 
pero sin embargo yo ni siquiera intenté oponer resistencia,
el tipo casi me parte en dos pero aun así yo empujaba 
las nalgas contra su verga para que me la metiera todavía más adentro;
"¡destrózame el culo, hijo de puta!"
después de coger nos chingamos un par de cervezas 
y yo volví luego junto a mi marido;
me sentía de puta madre, padre: bien culeada y bien borracha;
me sentía feliz de ser mujer y de que un hombre 
me hubiera metido por fin una buena verga y hubiera dejado 
una parte suya en la profundidad de mis entrañas;
pero cuando desperté a la mañana siguiente 
empecé a sentirme como si fuera una puta;
ya sabe, padre, por ese asunto de que una mujer casada 
no debe tener sexo fuera del matrimonio;
lo peor es que me acordaba de cómo me había cogido el poeta 
y me estaba empezando a calentar de nuevo;
y ahora no sólo estaba calentándome del coño, 
sino además también del culo
¡la maldita calentura había vuelto a apoderarse de mi cuerpo!
mi marido se fue a trabajar y yo me pasé toda la puta mañana 
tratando de no ceder a la tentación;
pero a mediodía abrí la botella de tequila y me chingué dos lingotazos
y fui a tocarle el timbre al poeta;
yo creo que él ya me estaba esperando, 
porque abrió la puerta en pelotas y con una erección descomunal
y me volvió a meter la verga allí detrás de la puerta en cuanto entré;
llevo ya toda la semana yendo a verlo cuando mi marido se ausenta,
pero la voz de mi conciencia no deja de decirme que soy una puta;
por eso decidí venir a verlo, padre,
para ver qué opina usted, santo hombre de dios:
¿cree usted que en verdad soy una puta?
¿hay alguna manera de que me sea redimido este enorme pecado?
¿y para qué se sube usted la sotana, padre?
¿y para qué se saca usted de allí esa vergota, padre?

"¡para cogerte mejor, hija de tu puta cachonda madre!"





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